Cristóvão Tezza transpira la historia de sus obras en su mirada, fluye por el azul claro de sus ojos el mismo tenor con el que corren las letras de su penúltimo libro: “El Hijo Eterno” (O Filho Eterno), un relato impregnado de esencias personales, de experiencias que construyeron y edificaron al Tezza de los últimos 25 años.
“No fue un libro fácil, yo creía que escribir cuestiones autobiográficas harían de mis textos mala literatura, y después por varias razones comencé a afrontar el momento más importante de vida, con ficción o no ficción. Fue un gran esfuerzo escribir en primera persona y crear un narrador lejano que era el padre, fue un libro que he construido de manera distante, he utilizado varios aspectos autobiográficos pero la estructura sigue siendo la de una novela”.
“El Hijo Eterno” es sin duda la obra que ha lanzado a Cristóvão a un punto de proyección notable, con reconocimientos y distinciones que no logró con otras historias, en las cuales, nunca incluyó experiencias personales. “Fue un impacto muy grande, yo estaba un poco temeroso por las críticas, pero la reacción fue muy buena, y el libro ganó todos los premios importantes del 2008 en Brasil y ha sido exportado a Italia, Francia, China y acaba de salir en México”.
“Es un sentimiento contradictorio, el libro fue recibido muy bien, como ficción y literatura, y ha sido mi consolidación como escritor, no sólo es una historia de un padre que cría a un niño con síndrome de Down, es todo lo que aprendí en mi juventud, toda mi formación y mi dedicación están puestos en este libro”.
Tezza asegura que parte importante de la relación padre e hijo es la formación del propio padre, y en su obra podemos leer cómo se va construyendo una paternidad, sin embargo, se contrapone al poseer un discurso en donde se ama a la humanidad pero se odia a al individuo.
Tezza forma parte de una nueva generación de escritores brasileños que han revivido la literatura del país sudamericano y que proviene directamente de la estabilidad económica, de una ardua alfabetización y de la modernidad tecnológica a la que ha estado sometido el mundo entero y que contribuyó a contraer la oscuridad a la que estuvo envuelto Brasil.
Por Víctor Muro
*Entrevista publicada en el suplemento Filias del diario Milenio el día 30 de noviembre del 2012
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