Perdí la confianza (en frío).


¿Sería demasiado apresurado si digo que me nubla la vista con sus besos? Que me incita a dejar todo para cerrar los ojos y confiar. Perdí la confianza hace 2 años. Quisiera recuperarla pero no sé dónde ni cómo encontrarla.

Nos conocimos hace 5 años, en Florencia. Estábamos de vacaciones, y nos presentó mi primo. Tenía frío y yo unos brazos desocupados. Usé mis brazos. Le quité el frío por unas horas. Luego el frío volvió, mis brazos no. No los pidió más. Antes los había pedido pero ahora no, quería que yo mismo me acercara a ofrecerlos, como si se tratara de alguna mercancía. No los ofrecí, no los vendí, ni los doné. Mis brazos se quedaron solos, helados y con ganas de arrancarle el frío para siempre.

Pasó mucho tiempo y entonces mis brazos ya no eran tan útiles, había encontrado algo más que le quitara el frío. Aún así quiso sentir mi calor. Y yo quise dárselo. Esa noche nos escondimos de algunos. Las escaleras fueron el lugar perfecto. Nuestros labios estaban raspados, dolidos y encarnecidos; unidos. Nuestras manos desaparecieron y todo a nuestro al rededor se convirtió en una miserable y vacía nada.

Todo se volvió negro con destellos de rojos y blancos. Con líneas violetas y verdes. Pero todo era vacío. Como cuando duermes y no sueñas. Como cuando no te das cuenta que ha pasado un gran camión a un lado tuyo hasta que sientes la ráfaga del viento que deja atrás. Alguien interrumpió el viaje con unas gotas de tequila y squirt en mi espalda. Era mi camisa negra con rayas grises la que se había mojado. Tal vez las escaleras no era el mejor lugar para arrancarnos el frío. Quizá era mala idea quitarnos el frío esa noche.

Así que fuimos a un lugar al que llaman el rincón de los enamorados, sólo que nosotros carecíamos de enamoramiento; nos deseábamos. Pero aquello no era amor, mucho menos enamoramiento, ni siquiera llegaba a la infatuación. Llegamos, ya sin ropa, sin vergüenza y sin temor al futuro. Sin miedos, sin valor, sin razón y sin alma. Sólo nuestros cuerpos. Sólo 140 kilos de carne vacía y sin espíritu. Como si el "rincón del amor" fuera un rastro, una carnicería o una empacadora de carnes frías.

A pesar del vacío, yo era capaz de sentir. Había una pizca de sensación en mí, de esas que te hacen vibrar y creer que el mundo se equivoca. Un poco de sentimiento, un poco de lo que no le pude hacer sentir. Eso que llaman amor y que sólo conocí en esa pequeña cantidad.

Al parecer fui el único en sentirlo, luego lo confirmaría la saber que no trataba con su alma si no con su carne. Como buen carnívoro me dispuse a devorarle. Aunque no me alimentó, sí sació mi hambre. Me quitó el frío. Yo no, yo no pude.

Esa noche fue suficiente para crear algo más fuerte y más poderoso que nosotros. Algo que menguaba cada día, no cada 28 días, cada 24 horas. Así pasaron más de 220 días hasta que por fin hubo luna nueva. Luna. Muro. Luna y Muro, así de simple.

Hoy nos reencontramos.

Cuando vi que subía a mi coche supe que se trataba de una noche sin luna. Sin su presencia. Yo estaba completo, en pedazos pero completo. Fuimos a celebrar el cumpleaños de nuestra amiga. Fuimos juntos, y fuimos cercanos.

Bailamos, tomamos, fumamos. Nos bailamos, nos tomamos y nos fumamos. En ese orden y de manera lenta, despacio. Yo tomé el control. Pero terminó, se cansó de bailarme, de tomarme y de fumarme. Se cansó. No quiso. No me quiso.

Le llevé a su casa. Lento como me dijo. Despacio. No parpadeé, no quería perderme esos momentos, que yo sabía, eran los últimos. Esos que sé.

No le dejé bajar sin que antes me diera una explicación. Pero de nuevo no quiso, me dejó de nuevo, sin explicación, sin Luna. Nuestros labios, que ya no están vivos, otra vez se unieron. Esta vez no hubo colores, todo es gris. Parecían polvo, secos, sin sabor. Esta vez dolía, aplastaba besarle. No me gustó. No le gusté. Pero nuevamente me hizo perder la vista. Fulminantemente me cegó.

No confío ya. El dolor es fuerte, amargo y determinante. El dolor me apagó. El dolor me partió. El dolor me acabó. El dolor me mató. Pero me hace sentir vivo, me hace sentir celos, me hace querer estar ahí, a su lado, escuchando su respiración y tocando su pelo.

Me hace ser.

Hoy no puedo pensar en ello, no quiero hacerlo. Hoy quiero cederle mi responsabilidad a ese ser supremo que sólo existe en nuestra mente.

Hoy me rindo, hoy me caigo, me dejo. Me voy. Solo. Me voy.

Twitter: @Muro

Comentarios

Marcela CF Saiffe ha dicho que…
Muy buenas imágenes. Me Likes.
Unknown ha dicho que…
Es muy triste estar enamorado y no ser correspondido TT_TT a mi me pasó igual. Es un dolor que cuesta muchos años para que se valla >O<